“El avance de la tecnología, las necesidades de producción y del propio público exigen actualizaciones, y el equipamiento actual cumple con ellas. Las luces se han pasado todas a led, tenemos sistemas de primera línea actualizados en consolas, la forma de comunicación en luminarias se trabaja por red, todos elementos que se utilizan en todo el mundo profesionalmente, durables en el tiempo. Hay teatros en Buenos Aires, como el Cervantes y el Colón, que están mutando sus luces a led, el Vera ya va a contar con todo su sistema para escénicas y sala a led y por red, algo que es muy novedoso en Argentina. La mayoría de los teatros en el país todavía trabajan con luminarias convencionales, con sistemas halógenos, con salas de dimmers, que generan un montón de gastos y consumos eléctricos y que exigen más tiempos de montaje, más personal. En cambio, de esta manera, se optimizan los tiempos de montaje, lo que va a permitir tener tres o cuatro obras al mismo tiempo, porque las luminarias se programan, al igual que el sonido”, puso de relieve Manganelli.
También puntualizó que son cuestiones mínimas las que hay que hacer: “Se simplifican procesos que colaboran mucho en la gestión del tiempo con impacto directo en las producciones y en los costos. Hay una cosa que no se ve, que lo van a ver con el tiempo, porque ya lo he vivido con el Teatro del Bicentenario en San Juan, y es el ahorro en los costos de producción, al ser un teatro autónomo técnicamente. Toda la inversión realizada le va a dar al Vera una autonomía que baja los costos de forma impresionante, ya que no será preciso rentar o alquilar técnica o tercerizar recursos materiales, permitiendo programar más contenidos”.
Luego, Manganelli manifestó que aparte de poder traer producciones de afuera porque le dan al teatro otro movimiento, otro público a veces también, le da posibilidades al Vera de ser un “espacio para producciones artísticas propias, y ni hablar de las posibilidades como lugar de formación, de capacitación, de crecimiento artístico para el sector, para la juventud y los niños. Yo siempre digo que hacer una obra propia, un ballet, una obra de teatro, una ópera, etc. y que puedan estar en la sala 10 niños que después se interesen por la artística, por la técnica, ya es una batalla ganada, y que eso venga del estado es una gran política cultural, para eso es el teatro”.
“Para formar gente, para capacitar, para entrenar la mirada crítica sobre lo que se pone en escena, y no solo una cuestión de entretenimiento. Ambas pueden y deben convivir, ya que una vez abiertas las puertas, el teatro debe tener un proyecto de sustentabilidad económica”, finalizó Manganelli.